Esta nouvelle se inscribe en el género fantástico, aunque tiene vínculos con la “literatura de fronteras”. Se entrelazan aquí dos historias: una, la de la adolescente Inés, tiene lugar en un pasado próximo, en el escenario de la casa de campo de su abuela; la otra, en cambio, se distancia de la primera en más de un siglo para retomar los ecos de un amor trunco entre los fortines que marcaban la avanzada frente al llamado “desierto”, en el abismo entre los términos antinómicos sobre los que se construyó la nación argentina: la civilización- representada por el hombre blanco y el proyecto de adhesión incondicional a Europa- y la barbarie, donde el indio, concebido como el “salvaje”, reverso oscuro del “progreso”, resistía tenazmente.
La pampa rústica y brutal, traspasada por hombres y caballos, aunados en la lucha por sobrevivir. El encuentro de las temporalidades de ambas historias, ocurrido por la intervención de lo fantástico, permite el despliegue, ágil y apasionante, de la trama de El grito. (Texto de contratapa, fragmento)